El Origen del Museo
¿Cómo comenzamos a pensar en un museo? ¿Museo del Baile flamenco? ¿en Sevilla?
¿y porque no?
Sevilla, Andalucía y toda España venden el flamenco como patrimonio, pero ningún sitio se explicaba. Así que nos propusimos un lugar que contara su historia, introdujera a su belleza, e hiciera entender lo que es el flamenco, además debíamos hacerlo en un lenguaje estético, atractivo y contemporáneo.
Así surgió la idea en 2001, de un teutón, Kurt Grötsch, que lo comentó con Tina Panadero y los dos se lo explicaron a Cristina Hoyos… “estaría muy bien, no quiero poner una escuela, ya hay muchas y muy buenas, y con un museo y en mi ciudad, le devolvería al baile flamenco todo lo que este me ha dado a mí, y me sigue dando…” esas fueron sus palabras, a lo que añadió “hacedlo bien, como sabéis hacer las cosas, y contáis con todo lo que tengo para el proyecto”.
Dicho y hecho, Tina ya llevaba décadas dedicada al flamenco, y comenzamos a investigar, archivos y libros, repasamos los muchos que ya teníamos, hablamos con mucha gente: flamencólogos, escritores, poetas, artistas… y visitamos museos en todo el mundo en busca de inspiraciones para el nuestro, y a la vez comenzamos la búsqueda del sitio ideal, tendría que estar en el centro de Sevilla, suficientemente grande para albergar todo lo que teníamos en mente, que incluía un escenario.
¡Y encontramos la sede! Una casa palacio del siglo XVIII a poca distancia de la Catedral, ¡ ya podíamos darle forma y lugar a todo lo ideado!
Confiamos el desarrollo del proyecto al museógrafo a David Pérez y hablamos con nuestra admirada fotógrafa Colita: “no tenemos sede, no sabemos cuándo, pero si hacemos un museo, queremos que expongas tu colección!” a lo que ella dijo sin pensárselo que sí. Así que…¡Gracias “Tieta”!
La casa giraba en torno a uno de los pocos patios estilo ecijano que quedaban en Sevilla, así que la visita al museo debía ser circular ¿por dónde empezamos? Sus raíces, su historia, los estilos, los maestros, los elementos, las distintas escuelas, el camino recorrido, épocas, vestuario, recuerdos y coreografía, ufff ¡a ver si nos cabe todo!
Y la colección de Colita encontró su sitio, en el claustro de la primera planta, mirando al patio y con luz natural, como esa luz que tienen en sus ojos…
En la segunda planta irían las exposiciones, una permanente de Jean Lamouroux, que tanto pintó las coreografías de Antonio Gades y Cristina Hoyos, colgaríamos pinturas de bodas de Sangre, de Carmen, de Suite Flamenca, de los ensayos…
Teníamos también ideas para la fachada, quisimos hacer la cara de la bailaora y el pendiente de coral que fuera como un piercing, con flores en el moño y todo, pero… ¡nada de permiso para hacer eso en una fachada de Sevilla!, luego quisimos sacar un jardín desde la segunda planta, con un árbol que saliera de esa terraza ¡pues eso tampoco! Así que no nos íbamos a quedar sin árbol, y decidimos colgarlos en el patio, junto con sillas de enea, que serían como un homenaje al público y a los artistas, e incluso, durante el paseo por la primera planta y en la coreografía final, pusimos más sillas para seguir con nuestro metafórico homenaje.
No disponíamos de todos los fondos financieros que necesitamos para poner en pie un museo vivo, con un escenario, con alta tecnología con materiales de calidad y que fuera educativo y lúdico…Así que pedimos un crédito de más de 5 millones de euros ¿están seguros? Nos preguntó el notario al firmarlos, “que con un museo nadie se hace rico…” (añadió), ejem, ya que estamos aquí, firmaremos… Luego expusimos todos los ahorros e hipotecamos todo lo que teníamos y echamos a andar.
Llevábamos más de cuatro años desarrollando el proyecto hasta estar seguros, casi dos años de obras y al fin se abrieron sus puertas en abril de 2006, y hasta hoy.
Seguimos siendo el primer y único museo en el mundo, dedicado al BAILE FLAMENCO.