El villancico y su aflamencamiento: tradición, devoción y celebración navideña

El término villancico procede de la palabra latina villanus, que designaba a la persona que habitaba en la villa. Desde época romana, las villas eran núcleos rurales autosuficientes —cortijos o asentamientos— en los que convivía una comunidad organizada. Con el paso del tiempo, el concepto de villa pasó a entenderse como pueblo, y los villancicos fueron, en su origen, los cantos populares de sus habitantes. Estos podían abordar temáticas diversas, no exclusivamente navideñas.

Al igual que sucedió con otros géneros de raíz popular, como la saeta, el villancico no permaneció ajeno al ámbito flamenco. El flamenco, entendido como una forma de expresión viva y permeable, incorporó a su lenguaje numerosos villancicos procedentes de la tradición popular, no solo andaluza, sino también castellana, en forma de romances y relatos cantados. A través de este proceso de adaptación —o aflamencamiento—, el villancico adquirió nuevos matices expresivos sin perder su esencia original.

Desde el punto de vista estructural, el villancico hunde sus raíces en el zéjel andalusí y se articula en tres partes bien definidas: un estribillo inicial, una copla o tema central, y la repetición final del estribillo, conocida como vuelta.

El aflamencamiento individual y colectivo

Numerosos cantaores y cantaoras, tanto profesionales como aficionados, contribuyeron decisivamente a este proceso de aflamencamiento, ya fuera de manera individual o colectiva.

En el ámbito individual, destacan los cantos de auroros y campanilleros, que recorrían los pueblos al amanecer entonando letanías de profundo contenido religioso y piadoso. Fue Manuel Torre quien, por primera vez, dotó a estos cantos de un carácter jondo, grabándolos en 1929 junto al guitarrista Miguel Borrull. No obstante, quien los popularizó de manera definitiva fue La Niña de la Puebla, cuya interpretación, marcada por una dulzura inconfundible, los convirtió en un verdadero fenómeno popular de su tiempo.

La vertiente colectiva del villancico aflamencado se desarrolló en el seno de los pueblos y las familias, que se reunían durante la Navidad en los pagos vecinales para cantar y bailar acompañados de instrumentos humildes y cotidianos, como la zambomba, la botella de anís o el almirez. En estas celebraciones participaban todos los presentes, y al ser la zambomba el instrumento que marcaba el pulso rítmico, estas reuniones pasaron a conocerse como zambombas flamencas. La ciudad de Jerez de la Frontera se erige como el gran referente de esta tradición, que aún hoy sigue viva.

Villancicos emblemáticos y repertorios flamencos

Entre los villancicos más antiguos y conocidos destaca “Gloria al recién nacido, gloria”. Se trata de un romance que narra el peregrinar de José y María en busca de un lugar donde dar a luz, intercalando el relato con un estribillo de carácter celebrativo. Fue Rafael Ramos Antúnez, conocido como El Gloria, quien lo aflamencó, recibiendo precisamente este sobrenombre por la popularidad de dicha letra.

En el repertorio flamenco navideño pueden distinguirse dos grandes grupos. Por un lado, los villancicos tradicionales aflamencados, interpretados generalmente a coro y cuyas letras pertenecen, en su mayoría, al acervo popular. Por otro, los temas navideños creados o reinterpretados desde una perspectiva más personal, cantados por palos flamencos como los tangos o las bulerías.

A partir de la década de 1950, muchos artistas comenzaron a especializarse en este tipo de repertorio, incorporando los villancicos de manera sistemática al lenguaje flamenco. Algunos llegaron incluso a crear programas exclusivos para la Navidad, con los que llenaban teatros y peñas, consolidando así una tradición que une devoción, arte y celebración.

A continuación, te invitamos a cerrar esta lectura con los acordes de los Villancicos del gloria en la guitarra de Juanma Torres.

 

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