Historia del Edificio
El edificio
¿Sabéis que el Museo del Baile flamenco se encuentra en uno de los puntos más altos de Sevilla? ¿Que está en uno de los tres cascos históricos más grandes de Europa? Se sabe que Sevilla es una ciudad coqueta y con motivos más que suficientes para serlo, ya que nos permite viajar siglos en la historia conociendo el paso de muchas civilizaciones gracias a las huellas que han ido dejando…. ¡Y entre sus muchos atractivos se encuentra el único Museo del Baile Flamenco del mundo!
Las obras de remodelación de esta casa-palacio del siglo XVIII del futuro Museo del Baile Flamenco dieron comienzo en 2004, aunque el proyecto echó a caminar 6 años antes. El reto era adaptar un antiguo edificio en ruinas con mucho valor histórico, a los usos que requería un museo del siglo XXI, con la posibilidad de experimentar un flamenco en vivo, con un tablao y toda la parafernalia de equipamientos de luces, sonidos y luminotecnia que trae un espectáculo de muy alta calidad consigo.
En nuestra primera visita, la bóveda de cañón estaba en muy malas condiciones, pero arreglándola, salieron a la luz los sillares romanos e íbero-romanos datados entre los siglos V A.C. y III D.C. Estos bloques de piedra almohadillados romanos y pre-romanos, te llevan a otras épocas y además es el único lugar en Sevilla donde ver un flamenco excepcional en una bóveda de cañón, disfrutarás del momento, y al recordarlo, te hará sentir feliz de nuevo…
Había mucho que arreglar, y una intervención de tal envergadura debía tener al timón un buen capitán. Ignacio Morales fue el arquitecto encargado de acometer el proyecto.
Morales entendió, a la perfección, el espíritu que el proyecto requería. Aquí se darían cita aficionados a este arte que querrían disfrutar del baile en un entorno adecuado y muy especial. Así, el escenario requirió que la escalera se desplazara a la entrada lo que, a la postre, fue una carambola acertada: la ubicación era más práctica y accesible para el público, que podía acceder a la bóveda que conforma el sótano del museo y que alberga el segundo tablao y una sala de exposiciones temporales al abrigo de unos muros contemporáneos de Trajano.
En la planta baja, además del tablao, Morales completo el proyecto con sala de ensayo donde los artistas crean y retocan sus números además de impartir clases a alumnos de todo el mundo, embrujados por el duende del flamenco que no entiende de fronteras. Y para ver un flamenco de forma más teatral, en el patio ecijano se instaló un moderno escenario hidráulico que, rodeado de rosadas columnas de mármol y que dispone de dos telones, luces y sonido teatrales
Para entrar ya en materia, debemos subir una planta. Cinco salas y el claustro. Es aquí donde late el corazón del museo. Un paseo audiovisual por la historia del baile flamenco, para entender este arte tan profundo y universal y sumergirse, gracias a enormes pantallas de última generación, que incluye una gran pantalla semicircular en la que podemos ver una coreografía del Ballet Cristina Hoyos con música de Manolo Sanlúcar. Para todo ello se contó con la más alta tecnología… ¡lo moderno se fusiona con la historia!
Y si subimos una planta más, entramos, de nuevo, en materia expositiva. Una galería de arte compuesta de tres salas y un luminoso claustro albergan exposiciones temporales y la colección permanente del museo.
El respeto a las proporciones, el cuidado en el diseño de los pavimentos, el tratamiento de los enormes muros, los delicados estucos, se aproximan con fidelidad a lo que fue la arquitectura original de la Casa-Palacio.
La Construcción del Edificio
Las obras duraron un año que se nos hizo eterno… Y a pesar de que la intervención del edificio fue un éxito, nos dejó un regusto amargo. Sobre el dintel de la puerta, bendecía el devenir una hermosa virgen sedente del siglo XV, sobria en su elegante belleza medieval. Y decimos bendecía porque, inexplicablemente, la imagen desapareció durante las obras… O eso al menos fue lo que nos dijo Leocadio, el jefe de obra… Contó que había decidido retirarla de su pedestal para que no sufriera daño con los trabajos. Por eso, dijo, la metió en un cajón de donde nos aseguró, se la habían robado.
A día de hoy, seguimos esperando que nuestra virgencita vuelva a la que es su casa y pueda seguir reposando en paz.
Los Fantasmas del Museo
Joven, de largos cabellos y vistiendo de blanco, él y ella también de blanco, y el que llegó más tarde de azul. Eso al menos, cuentan quienes dicen haberlos visto vagar bajo la bóveda histórica en los sótanos del museo.
Primeras noticias de su deambular dieron alumnas y profesores de Ibérica Contemporánea de Querétaro en México. Después, de Canadá llegaron madre e hija con idéntica cantinela… El devenir de los años ha hecho que fueran muchas las personas que tropezaran con ellos y con la dama que comparte su eternidad etérea.
Ni siquiera las cámaras del circuito interno de vídeo pudieron ser testigos de estos encuentros. Inexplicablemente, la grabación siempre fallaba en ese momento… Intrigados, preguntamos a los nietos de la antigua propietaria…
Sus abuelos jamás les permitieron bajar solos a la bóveda. Por si las moscas, la bóveda está bendecida.
