“Péinate tú con mis peines/ Que mis peines son de azúcar/ Que quien con mis peines se peina/ Hasta los dedos se chupa”. Desde muy niña venía cantando letrillas, como las de los tientos que designarían uno de los apodos más famosos de la historia del flamenco. La Niña de los Peines, Pastora Pavón, nació en Sevilla el 10 de febrero de 1890.
Su voz y su inconfundible timbre, desde muy joven, dejaron huella en todos aquellos que la escucharon, cuando a sus 8 años debutó ante el público. A lo largo de su carrera, la Niña de los Peines se caracterizó por su dominio absoluto de todos los palos, desde las solemnes soleás y seguiriyas hasta las festivas bulerías, fandangos y tangos. A lo largo de los años, la influencia de la Niña de los Peines ha perdurado, dejando una vasta obra discográfica, compuesta por 355 placas que contienen 258 cantes, y que el Gobierno andaluz declaró Bien de Interés Cultural.
Además de en sus grabaciones, el legado de la artista sevillana sigue vivo en la voz de nuevas generaciones de cantaores y cantaoras que la consideran una maestra, una referencia insustituible. El poeta Federico García Lorca la llamó «genio del cante», un reconocimiento que resuena hasta hoy, ya que sus grabaciones continúan siendo objeto de estudio y admiración.
Hoy, 26 de noviembre, se cumplen 56 años de su fallecimiento, pero desde el MBF queremos recordar y celebrar no solo su música y su arte, sino también el impacto de una mujer que, con su talento, determinación y carácter, transformó el papel de la mujer en el flamenco.
¡Gracias, Pastora! Tu cante sigue vivo en cada rincón de nuestra cultura flamenca.